Sílvia Pérez Cruz repasa en Pirineos Sur las etapas de la vida en un concierto para el recuerdo
La artista catalana repitió en Pirineos Sur para presentar su nuevo, ambicioso y aclamado disco, “Toda la vida, un día”, acompañado de un vistoso espectáculo conceptual
Antes se subió al escenario flotante Maro, que se estrenó en Lanuza con las canciones de “Hortelã” y firmó un concierto emotivo, cargado de sensibilidad
El año pasado Sílvia Pérez Cruz entregó uno de los discos más destacados de la temporada. Y tras firmar un memorable concierto en 2019, ayer regresó a Lanuza para presentar esa colección de canciones en los que plasmaba las etapas de la vida. El resultado fue uno de los recitales más íntimos, personales, bellos y vanguardistas de esta edición de Pirineos Sur, que caló muy hondo en los corazones de los miles de espectadores que acudieron a verla.
No se quedó atrás en cuanto sensibilidad Maro, que abrió la noche para presentar su último trabajo, “Hortelã”. La portuguesa gozó de un importante trampolín cuando representó a su país en Eurovisión, pero ya había publicado cuatro discos. Así que bien curtida sobre los escenarios, se plantó en el escenario flotante, con otros dos guitarristas. Con una voz deliciosa, aterciopelada, casi como si susurrara a cada espectador en el oído, desgranó hermosas melodías cantadas en inglés y en portugués.
“Oxala” y “Just wanna forget you” tomaron el pulso a Lanuza, pero con “Ouvi dizer” ya surgió la comunión. Fue un enlace que ya no se perdió hasta el final del concierto. Maru se ganó el cariño del público con canciones tan bellas como “Há de sarar” o “Lifeline”. Pero uno de los momentos más sorprendentes fue cuando Sílvia Pérez Cruz salió a escena para cantar a dúo “Juro que vi flores”. Después llegaron originales guiños a “Fix you” de Coldplay y el cierre con una esperada “Saudade, saudade”. Al final del show, el anfiteatro en pie rompió a aplaudir.
Como la propia Sílvia Pérez Cruz explicó en una entrevista, estas canciones “nacen de la soledad con la voluntad de unir soledades”. Y un poco así resultó su concierto. La cantante catalana sabe transmitir como pocas esos sentimientos, surgidos de lo más adentro y conectar con cualquiera que le escuche. También con los espectadores, ya sea cuando canta en catalán, castellano o portugués. Es la magia de la música; es universal.
Hubo flamenco, por supuesto, pero también jazz y folk; hubo tiempo para tangos y experimentos vanguardistas con distorsión. Pero su propuesta va más allá. Sílvia Pérez Cruz ha logrado crear unos códigos propios y un enfoque en directo muy personal. La puesta en escena estuvo dividida en cinco partes, al igual que en su disco. Y cada una con su color: infancia (amarillo), juventud (azul), madurez (naranja), muerte (negro) y renacimiento (blanco).
La catalana, con esa cercanía que le caracteriza volvió a sentirse abrumada ante la belleza de las montañas del valle de Tena y reconoció que “podría vivir en ese escenario”. La noche dio comienzo con algunos de los temas de su último trabajo, como “Ell no vol que el món s’acabi” “La flor”, “Aterrados”… Sonaron incluso más directas, gracias a la encomiable labor de una versátil banda, que cada etapa de la vida cambiaba los instrumentos entre los músicos.
Se pudo ver muchas lágrimas en los ojos del público. El show estaba siendo pura belleza; unos momentos más intensos y otros más íntimos, pero igual de arrebatadores. Tras otra fuerte ovación, la artista se retiró con una ranchera (“Cucurrucucú”) y una muy coreada “Mañana”.
Noche de sonidos latinos
Esta noche compartirán protagonismo los nuevos y los tradicionales sonidos latinos con las actuaciones de La Lulu y Grupo Niche. Estos últimos son toda una institución de la salsa hecha en Colombia. Sus canciones, rebosantes de ritmo y romanticismo, han marcado a varias generaciones. A lo largo de más de cuatro décadas, desde que Jairo Varela y Alexis Lozano fundaran la agrupación en 1979 en Bogotá, han publicado más de treinta discos y vendido dos millones, han ofrecido cuatro mil conciertos en treinta países, han alistado en sus filas a más de trescientos músicos y han obtenido innumerables reconocimientos. La Lulu nació en Cali (Colombia), pero se forjó en las calles de Nueva York y se presenta como un crisol de influencias que abarcan desde el hip-hop hasta la cumbia. Este eclecticismo musical se refleja en su última creación, “Suena La Lulu”.
Mañana será la última jornada del festival, y al igual que sucedió hace cinco años, estará protagonizada por una de las artistas latinoamericanas más relevantes que han surgido en los últimos años: Mon Laferte. La chilena, siempre en búsqueda de nuevos estilos y ritmos, regresará a Pirineos Sur para presentar su último trabajo, “Autopoiética”, publicado a finales del 2023. Antes del cierre, será el turno de Marilia. La música de la compositora canaria se caracteriza por su sencillez y belleza y otorga cualidades sanadoras a canciones que carecen de artificio. Su primer disco, «Prenderé Una Velita» (2023), es un canto a la esperanza, a la cura, al olvido y al amor.