Vetusta Morla conquistó el escenario flotante de Pirineos Sur, que registró lleno absoluto

No existe festival ni recinto que se le resista a la banda madrileña que enamoró con su nuevo disco y sus grandes clásicos a un público entregado desde la primera canción

Abrió la noche Airu, otra promesa del indie actual que certificó el gran futuro que tiene por delante

Vetusta Morla irrumpió con inusitada fuerza hace más de 15 años, con “Un día en el mundo”. Desde entonces no han dejado de conquistar nuevo público y arrasar en cualquier festival por el que han actuado. Ayer le llegó el turno, por primera vez, a Pirineos Sur, con las entradas agotadas hace semanas. Mismo resultado: casi 5.000 personas rendidas a sus grandes éxitos acompañados de un excelente nuevo disco, “FIGURANTES”.

Antes de la liturgia, actuaron en Lanuza los prometedores Airu. Los bilbaínos llegaban con un primer trabajo de espíritu indie, pero con aires de dream pop: “Con lo bueno y con pena”. Las guitarras excelsas y los teclados fueron los protagonistas de una actuación de una hora en la que sonaron canciones ya tan destacadas como “Voy tan deprisa” o “Coloco los pies”.

A las 23:30 h, con luces parpadeantes y con todo el recinto en vilo aparecieron los cinco componentes en el escenario flotante. Casi una imagen bíblica con la comunión que lograron con un abarrotado anfiteatro. “Puentes”, de su último trabajo, sirvió como arranque: percusión polirrítmica con un estribillo para cantar a pleno pulmón. Saben crear canciones que han calado hondo ya en dos generaciones y no tardaron en sonar, intercaladas con sus nuevas composiciones: “El discurso del rey”, “Golpe maestro”, “Un día en el mundo”, “Finisterre”…

A mitad del repertorio, con un Pucho ya totalmente entregado a las casi 5.000 almas que cantaban cada una de las canciones de la banda, sonó uno de sus grandes himnos y una de las canciones que a buen seguro será de las más coreadas de esta edición de Pirineos Sur: “Copenhague”. A partir de ahí encadenaron otros de sus hits con el resto de los cuatro miembros igual de imparables: “La vieja escuela”, “Consejo de sabios”, “Mapas”, “Te lo digo a ti”, “Sálvese quien pueda”, “Valiente”. La excelsa “La cuadratura del círculo” sirvió como cierre, dejando espacio para una larga y exuberante demostración musical.

Sonidos del mundo para todos los gustos

Loreena McKennitt se subirá esta noche por primera vez al escenario flotante. La veterana artista canadiense, cargada de espiritualidad, es autora de una decena de álbumes de estudio con los que se convirtió en la indiscutible reina de la música de influencia celta, reconocida en el mundo entero gracias a sus más de catorce millones de discos vendidos. En 1991 publicó “The Visit”, el histórico trabajo (cuatro veces platino en Canadá y disco de oro en Estados Unidos) que está recuperando, más de treinta años después, en esta gira de aniversario.

Mañana domingo cerrará el segundo fin de semana una vieja conocida del festival: Lila Downs (que ya ha actuado en dos ocasiones). La cantante mexicana regresará para presentar su último trabajo, “La Sánchez”, y para ofrecer al público canciones populares de su repertorio: “Son del chile frito”, “Cariñito”, “Cucurrucucú” y “Cumbia del Mole”. La música de Lila Downs posee influencias que van desde la música folclórica y ranchera de México hasta la música del sur de Estados Unidos, cruzando barreras y generando sonidos que van desde el, jazz, blues o hip hop.  Pero esa misma jornada contará con otra figura clave de la fusión cultural, como es Mulatu Astatke.  El multiinstrumentista etíope es considerado como progenitor del ethio-jazz. En los 70 trabajó con importantes músicos, como Duke Ellington, y fue entonces cuando comenzó a fusionar la música latina y el jazz con la tradición etíope. Su fama saltó en occidente cuando el vivero artístico del hip hop estadounidense empezó a utilizar sus creaciones como inspiración para las propias.